¿Gastar o ahorrar?… He ahí la cuestión
Vivimos el momento, el hoy y el ahora… Pero, te has puesto a pensar ¿qué pasará cuando el mañana llegue y nos encuentre desprevenidos?
“Disfrutar del momento no es permiso para dilapidar tu futuro”… Solía decir mi abuela, que, además de sabia, era buenísima con las finanzas, y por ello, en estos tiempos de drasticidad que, dicho sea de paso, nos queda como pintado… vivimos como si no hubiera un mañana o no gastamos ni en defensa propia.
Es que nuestra realidad es así, los mexicanos somos muy curiosos, y conste que no hablo de inquietud por saber, sino de que somos “especialitos”, complicados y actuamos a conveniencia en temas financieros. Todo es negro o todo es blanco, sin puntos medios; entonces vamos por la vida gastando cuanto tenemos con la endeble justificación de “si no es hoy, ¿cuándo?”, “¿para qué trabajo tanto si no es para darme mis lujos?”, “es mi regalito por… escoja usted: cumpleaños, aniversario, cumple mes, día de…”, “porque troné con mi novio”, “porque volví”, “porque estoy feliz” o “porque estoy triste…” y así, un sinfín de pretextos que solo nos dejan sin un centavo en la bolsa o, por el contrario, no compro, no pago, me encierro a piedra y lodo, nunca coopero, no participo, no disfruto, vamos, NO a nada, pero nada de nada. Y bueno, la idea es encontrar el punto medio entre disfrutar/gastar y prever/ahorrar.
¿Dónde te encuentras?
Antes de ubicarnos en una categoría, es importante identificar aquellos patrones de consumo en los que irremediablemente caemos mes tras mes. Partiendo de conocernos, financieramente hablando, es posible plantearnos metas a corto, mediano y largo plazo sin quedar en quiebra o morir en el intento.
Primero que nada, establece un presupuesto, haz una lista de todo, pero todo en lo que gastas. Lo ideal es separar en:
- Gastos fijos: los que sí o sí tenemos que hacer, como luz, renta, agua, despensa, gasolina, teléfono, internet, colegiaturas, salud, protección.
- Gastos variables: los que le dan el sabor a la vida, viajes, regalos, ropa, hobbies, gimnasio, salidas, cine, gasto hormiga. Recuerda incluir vacaciones, inscripciones, libros, cambio de auto, Navidad, cumpleaños, fiestas, etc., que aunque no sea un gasto frecuente, suelen dejar la cartera hecha trizas.
Una vez que hemos destinado, aproximadamente 70% del ingreso a estos dos rubros, nos queda un 30% para ahorrar. Así no se ve tan complicado, pero la clave está en gastar menos, es decir, contemplar el ahorro antes de gastar y no sea resultado de “si me sobra”.
Lo primero es reunir un fondo de emergencia, mi consejo es acumular el equivalente a tres meses de nuestros gastos por cualquier imprevisto que se presente… porque se van a presentar, la vida es así, desde el más pequeño como una plancha descompuesta, hasta quedarse sin empleo o complicaciones de salud.
Después, a pagar deudas… lo sé, como compradora compulsiva reformada, duele y cuesta mucho trabajo decirle adiós a los meses sin intereses, rebajas, buen fin, ventas nocturnas o de catálogo, pero es necesario dar este paso y controlar la necesidad de gastar para tener finanzas sanas. Con un fondo de emergencia y libre de deudas, alcanzamos el siguiente nivel: invertir, que nuestro dinero trabaje por sí solo.
Pensar en tu futuro financiero requiere de hábito, paciencia y perseverancia. Establecer un presupuesto para todo lo necesario y lo que nos hace felices, seguirlo, analizar y ahorrar, no solo nos permite disfrutar del ahora como siempre lo hemos deseado, sino que sienta las bases para que lo sigamos haciendo, aun y cuando lleguemos a la etapa de retiro.
¿Sabes cuánto necesitarás?, ¿Qué estás haciendo hoy para alcanzar esa meta? ¿Te gastas todo o ahorras cuando te sobra?… ya puedes hacerte una idea del negro panorama que te espera, y es que el tiempo no espera a nadie. No se trata de ser pesimistas, pero sí realistas, estructura adecuada, presupuesto, ahorro e inversión, son las piezas clave para asegurarnos un mañana.
Recuerda: Ocúpate hoy para no preocuparte mañana.